mi parte
preferida fue cuando estabas borracha y vomitaste en la puerta del ascensor,
justo después de que esos ejecutivos se bajaran y nos vieran como si
fuésemos dos delincuentes. luego, el conserje del edificio vino a reclamarme
porque habías vomitado en el piso del hall, que acababa de limpiar, y también
en las plantas del hall, que eran las consentidas de doña Rosita, del 2do-A. me
dijo que le iba a informar que salíamos de la fiesta de tu amiga pero, como la
dueña de la fiesta no era mi amiga y estaba más preocupado intentando encontrar
la caja de fósforos entre todos mis bolsillos, no le hice mucho caso. cuando me
di cuenta de que tenía un encendedor en la mano por fin pude encender mi
cigarrillo; todavía en medio hall del edificio, hediondo por tu vómito,
mientras nuevamente te doblaban las arcadas cerca de las flores consentidas de
doña Rosita. salí y paré un taxi para que me lleve a mi casa porque estaba
cansado de todo eso, te hice un gesto para que te subieras conmigo. debí
dejarte ahí.
El Rumbo del Errante
domingo, 13 de diciembre de 2015
sábado, 7 de noviembre de 2015
CÓMO
soy como una luz apagándose
yo soy
yo soy
quien no debes ser
-C.G
-C.G
soy como un vacío que ni el universo puede llenar.
soy como un pozo en medio del jardín en el que los balones, y los niños detrás, caen para no volver.
soy como una cicatriz que en silencio sangra, sangra, sangra, sangra, hasta que te desangras sin saberlo.
soy como ese olor, conjunto de palabras, imagen borrosa, que revive un déjà vu, y te deja confundido y cansado, como desnudo y mojado.
soy esa frase linda que una vez dijiste, que cuando recuerdas te das cuenta de que fue común y no te gusta.
soy como las luces del estadio que matan a todas las aves y polillas, y a las miserables células de tu retina que, mientras intentas ver una mediocre jugada que termina en tiro errado por el jugador número 9 de tu equipo, buscan un destello brillante para pasar la frustración.
soy, soy, soy como dos espejos reflejándose entre sí, perdiéndose poco a poco porque la luz se niega a viajar de la nada a la nada después de un rato, por aburrido y absurdo.
soy como ira y apatía juntas, o solo incomodidad, la incomodidad de puntos suspensivos dentro de la conversación mas importante de tu vida que termina en nada... en la que el tercer punto fue, en realidad, punto final.
soy como un hongo que se come tu cuerpo, empezando desde tu sexo, para que quede claro que placer con dolor se paga.
soy como el humo que lastima tu garganta, por que eres tan patético como tu adicto pasado, y no puedes dejar de fumar en una noche entera tirada a la basura.
soy como ese gesto desganado.
soy como esa eyaculación que llegó en momento menos indicado, para revelarte como un niño inexperto que debería usar pantalones cortos, y no andar con los pantalones bajados.
soy como un hongo que se come tu cuerpo, empezando desde tu sexo, para que quede claro que placer con dolor se paga.
soy como el humo que lastima tu garganta, por que eres tan patético como tu adicto pasado, y no puedes dejar de fumar en una noche entera tirada a la basura.
soy como ese gesto desganado.
soy como esa eyaculación que llegó en momento menos indicado, para revelarte como un niño inexperto que debería usar pantalones cortos, y no andar con los pantalones bajados.
soy como eso que quieres evitar, soy como eso que quieres dejar atrás, soy como eso que quieres olvidar.
soy como la vez que no pudiste.
soy como la vez que lloraste.
soy como la vez que te equivocaste.
soy como la vez que hiciste Mal.
soy como la vez que hiciste llorar tu madre.
soy como la vez que hiciste doler a quien te quiso.
soy como la vez que te hizo doler quien querías.
soy como la vez que pateaste un perro para ver como se sentía.
soy como fruto del tiempo, pero no de la primavera, porque aquí no hay primavera.
soy como tu momento de gloria, soy como la vez de tu suerte, soy como tu oportunidad, que me voy caminando con la cadencia lenta del tiempo, diciéndote claro, para que entiendas -hoy no es tu día, por ser como eres-.
soy como esas palabras repetidas por mil veces.
soy como el castigo, el precio que tienes que pagar, por existir como existes, por preguntarte cómo eres, soy la respuesta a la pregunta sobre cómo soy.
soy como la vez que no pudiste.
soy como la vez que lloraste.
soy como la vez que te equivocaste.
soy como la vez que hiciste Mal.
soy como la vez que hiciste llorar tu madre.
soy como la vez que hiciste doler a quien te quiso.
soy como la vez que te hizo doler quien querías.
soy como la vez que pateaste un perro para ver como se sentía.
soy como fruto del tiempo, pero no de la primavera, porque aquí no hay primavera.
soy como tu momento de gloria, soy como la vez de tu suerte, soy como tu oportunidad, que me voy caminando con la cadencia lenta del tiempo, diciéndote claro, para que entiendas -hoy no es tu día, por ser como eres-.
soy como esas palabras repetidas por mil veces.
soy como el castigo, el precio que tienes que pagar, por existir como existes, por preguntarte cómo eres, soy la respuesta a la pregunta sobre cómo soy.
martes, 27 de octubre de 2015
N O
quizás sepan que tenía
una eterna compañera,
que reía y se entregaba
desnuda sobre le arena.
que volaba cuando estaba en algún sueño,
para despertarse dentro de su dueño,
al que le daba su Amor
hermosa y salvajemente.
-Mestre y García
no soy tu amigo, no soy tu hermano, ni tu hijo. no soy alguien con quien compartes lindos momentos de tarde, o de mañana. no soy alguien con quien compartes risas, o lindos recuerdos. no soy una persona con la que puedas contar cuando 'necesites un hombro para llorar', ni alguien para hablar, ni alguien que te sepa aconsejar, ni alguien que te pueda, te quiera, ni te vaya a escuchar.
no.
no quiero que nos veamos a los ojos y que suenen baladas de amor en el íntimo momento del contacto visual. no. quiero que me mires desde abajo, y las oscuras melodías del tango hagan énfasis en lo que quiero, y en lo que no quiero. eso.
no quiero.
no quiero conocerte a través de mis sentidos. no quiero verte, porque para mí eres transparente, y puedo verte toda sin abrir los ojos siquiera. no quiero escucharte porque tu voz solo intentará tapar los verdaderos sonidos que salen de vos, y no necesito mis oídos para saberte como un eco desesperado. no quiero tocar tu piel porque sé que es suave, a metros de distancia lo sé, y sé también que esa suavidad aparente, en realidad es una piedra afilada tras otra. no quiero olerte porque sé antes de ayer olías a cría de leche, y ayer olías ácida y amarga, y hoy hueles a humedad inquieta y triste. no quiero saborearte porque sé que no sabes a dulce miel del kampo, y sé que no sabes como una suave mezcla de sal, vino y lluvia de anteayer. y sé que no sabes como me gusta. sé que sabes a realidad.
no.
quiero que me mires y te pierdas en mi mirada de color indescifrable, y que notes mi opacidad y mi manera particular de reflejar la luz fría. quiero que me escuches gritar para que sepas qué es un grito, y que escuches lo que mi voz tiene que decirle a este mundo imbécil y absurdo. quiero que toques mi piel, y sientas que la vida pasó por ahí y que dejó una profunda marca entre todos mis poros. quiero que me huelas porque yo también fui un crío de leche, pero hoy huelo a frío y eso me desespera y quiero que alguien lo huela, que huela mi miedo. quiero que me saborees porque no puedo hacerlo yo mismo, no puedo saber mi sabor porque me da miedo que me dé asco. quiero que me digas si mi sabor es, también, el de la realidad.
no.
quiero ser tu dueño. quiero ser tu esclavo. quiero ser dueño de todas las que miro. quiero ser su esclavo. quiero que te arrastres por donde yo me he arrastrado, quiero saber como es desde fuera. quiero ser de tu propiedad pero que seas de la mía y saber que, aunque mi cuerpo se pudre de a muchos, el tuyo es mío y me refugiaré ahí. quiero despertar saber que todo esto no pasó. y quiero verte al día siguiente y no reconocerte, porque te conozco de antes y sé todo de todo, y sé como es.
sábado, 3 de octubre de 2015
vuelvo enseguida
no sé si existes. miro en tus ojos mi reflejo hecho de ceros y unos verdes que caen. hasta formar una ilusión.
suelto el humo y pasa entre tus dedos. me da placer esa caricia que le haces a mi exhalación.
la luna va subiendo por el cielo. parece que lentamente el tiempo se va a dilatar para siempre en la incertidumbre.
paso ese punto. ya no temo al cliché.
bullen en mi cuerpo los latidos del contacto visual. pienso, 'es intenso'. pienso, 'estoy pensando'. pienso, 'debo dejar de hacerlo'.
veo que hay baile. veo que me gusta. veo que mi cuerpo baila junto a los otros cuerpos. veo que mi mente aterriza en ese momento. veo que tu cuerpo hace movimientos. veo que al lado tuyo alguien convulsiona. veo que tus pies se levantan alternativamente. veo a tu mente más allá de las barreras de tiempo y espacio.
me dices, 'no sé'.
pienso, 'es algo bueno'.
sigo.
te vas y no regresas. digo, 'ahora pueden reírse de mí'. enciendo un cigarrillo, para despistar.
pienso, 'no es la primera vez que me pasa'. pienso, 'volví a sentir el rechazo'. pienso, 'es delicioso'. pienso, 'es asqueroso'.
pienso, 'mañana escribiré sobre esto'. pienso, 'hace falta poco para que te ame'. pienso, 'mucho menos para que te odie'.
martes, 8 de septiembre de 2015
Nada hay
La
primera vez que escuché El Junta tenía trece años. Fue en vivo, en un concierto
junto a otras dos bandas quiteñas que son parte de mi banda sonora
cotidiana: Holger Quiñonez y El Extraño Comportamiento de
un Torso Animado. El concierto, el evento, tenía el nombre de una de las
canciones de El Junta “Despierto Otra vez” y fue un sábado por la tarde, en el
teatro de la radio la luna. Todos los presentes tenían por lo menos diez años
más que yo y eran amigos de las bandas o entre sí.
No
supe el nombre de la banda que tocó tercera. Años después me enteré
que era El Junta. Puedo decir, sinceramente, que no entendí. No entendí
tanto punk y grounge mezclados. No entendí tanta ira. No
entendí tantas referencias literarias, desde el mismo nombre que, en esa
ocasión, no registré. No entendí que pasaba. Qué entraba con mis oídos. Por qué
estaba enojado y triste a la vez. No supe que pasaría luego.
Lo
cierto es que después conocí de cerca a la banda. El Junta fue mi maestro. Fue
mi maestro y me acompañó en la ruta fangosa de la adolescencia del rocker medio
aniñado, y medio hecho el gamín, que definitivamente no
encuentra su lugar. Mientras mi vida parecía una extraña mezcla en partes
iguales, de incertidumbre sobre el pasado, presente y futuro; ganas de
vivir todas las experiencias como si fueran algo extremo; una idea romántica en
exceso de la vida; uso recreativo de drogas suaves y un poco
duras; momentos de inmensa felicidad, algo absurda a veces, esos momentos de
olvidarse de todos y volar; y, sobre todo inocencia sobre todo lo que vendría,
Él, El junta vivió como testigo y, a veces narrador y voz en off, conmigo
cada episodio, irrelevante ante el infinito, inmenso ante mí.
Nunca
me sentí más solo y más acompañado a la vez como cuando escuchaba Jesús el
perro, a los dieciséis, sin saber muy bien qué pasó la noche anterior, que fue
una mala mezcla de un Whisky que mis amigos y yo no podíamos pagar,
Pecho amarillo y marihuana en dosis poco recomendables. Nunca me
sentí más comprendido y confundido que a la mañana siguiente, con el primer
arpegio de la última canción de su disco y las preguntas que se agolpaban en mi
mente; ¿Qué mismo pasó ayer? ¿Vacilé? ¿Tiré?. Nunca antes me sentí más
consolado y a la vez decepcionado que con El Junta vociferando dentro de mis
oídos “Soy hijo del viento, no me rige el tiempo” mientras descubría realidades
familiares tormentosas y poco prometedoras para mí.
Pero
sobre todo, nunca antes me sentí tan cercano a alguien como saboreando los
rechazos que la vida me tenía preparados, y sintiendo que las luces en quito
son luces frías; que las miradas están llenas de veneno; que hay un lugar y un
tiempo oscuros antes de este mundo; que seguir buscando laberintos, a veces
donde no los hay, y que ver de manera triste la vida y el mundo tienen como
único destino posible la soledad más íntima, la soledad de adentro.
Han
pasado cinco años desde ese concierto, y diez desde el primer concierto de la
banda, y las cosas se mantienen. El Junta y yo no nos vemos tanto como antes
pero sigue siendo quien fue, sigue intacto. Se mantiene como la banda a la que
más veces he visto en vivo, la banda que escucho cuando necesito al odio para
protegerme de todo el veneno, cuando solo encuentro las espaldas de los demás,
cuando los sueños y las risas se deshacen en un lago de mierda.
Sigue
siendo la cueva en la que tengo refugio.
viernes, 10 de abril de 2015
tal vez el humo compartido no es suficiente
el ángulo de la lluvia cayendo
revela algún secreto
que
no se descifrar.
la cadencia de las gotas
golpeando el suelo;
el sudor empapando
cuerpos de autómatas
que
se revuelcan de manera vacía.
vómito.
las ruedas de un auto
que
pasan muy cerca.
pervertido el testigo
derrama una mirada sobre todo.
los puños de alguien
furioso
empujan a alguien,
furioso también.
tal vez el humo
compartido
no es suficiente.
la euforia frenética
de los fracasados;
el silencio del genio;
el grito escandaloso del humano.
el olor y el sabor del sexo
que
se mezclan con
la suciedad y la ceniza
del
infierno doloroso y,
también, aceptado sin más.
muchas palabras.
una noche muy larga
y,
el ángulo de la lluvia cayendo
revela un secreto
que
aún
no se descifrar.
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